En un lugar del mundo de no importa qué año, se encontraba Lorenzo, apuesto caballero y Catalina, hermosísima doncella; en el más recóndito planeta de este llamado Universo. Se veían muy poco, ya que cuando Lorenzo se acostaba, después de una larga batalla, Catalina se levantaba a Maitines. Y todo por culpa de un encantamiento que Madame Tierra les había echado desde el día de su nacimiento.
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